lunes, 15 de octubre de 2012

UNA VERDAD EDUCATIVA.

Es cierto, es difícil escapar de la realidad. Más de una vez ha quedado demostrado que la educación más que ser un ideal y reflejar ese discurso tan bonito que figura en los acuerdos sobre educación, igualdad educativa, etc., ha servido como un instrumento de dominio y de perpetuación de las desigualdades sociales, el espacio donde esas desigualdades de pronto parecen tomar fuerza, en especial cuando consideramos propuestas como las de Giroux o Bordieau, donde por un lado, se reproducen los modos de producción que imperan en la sociedad y por otro, podemos distinguir que a medida que se muestran ciertas tendencias culturales dentro de la institución, tanto alumnos como profesores se van amoldando a ella, de tal forma que se reproducen las estructuras sociales imperantes en la sociedad, haciendo difícil la transformación como fin de la educación.
No obstante las estructuras imperantes de la sociedad y la dificultad que ésta presenta ante la movilización de consciencias, podemos ver que por lo menos hablando del terreno educativo, los individuos más sensibles al aprendizaje (los más aptos, según Darwin), experimentan un proceso de conscientización, que bien puede y es un elemento por el cual, se inicia la movilización del espíritu humano y su gradual transformación. De esa manera, es como la educación puede comenzar a romper poco a poco con las estructuras establecidas a lo largo de la historia humana y, por consecuencia, puede ir formando equipo junto con esas consciencias sensibles y comenzar a movilizar a otros para que hagan lo mismo.
También es cierto que la sociedad tal y como la conocemos hoy, nos brinda un margen muy limitado de acción para emprender la movilización de consciencias humanas; sin embargo, hay que recordar que posiblemente, desde nuestra posición sea poco lo que podemos hacer al respecto, pero puede ser suficiente con realizar acciones pequeñas en pro de la concientización del individuo, aún cuando prevalezcan ciertos aspectos culturales. Por otro lado, también es importante decir que puede que el sistema educativo se enfoque prioritariamente a perpetuar los modos de producción actales (el capitalismo) y que realmente, el hablar de que un día todos vamos a ser iguales y a tener lo mismo, es un sueño casi irrealizable, pero si podemos hablar del derecho que todos tienen a aspirar a recibir educación y de que por supuesto, todos tenemos la capacidad de ocupar un lugar dentro del ambiente educativo y que pese a que no todos vamos a poder aspirar a los puestos de poder, la participación de todos es muy importante para el desarrollo de la humanidad. Este es y debe ser el principio de la democracia.
Sabemos que México es un país con una multiculturalidad impresionante, por lo que no se puede ni se debería hablar de la homogeinización de las formas de educación y mucho menos de la generalización de las evaluaciones, puesto que por un lado, el capital cultural no es el mismo (ni siquiera semejante) en las distintas partes del país y por otro lado, las condiciones que rodean la población educativa distan mucho unas de otras, por lo que mientras en un lugar se habla de urbanización, tecnología, capitalismo, etc., en tras no se tiene ni la menor idea de estos temas y tampoco son temas trascendentes dentro de esas comunidades donde el sistema educativo apenas y llega a abarcar una minúscula parte de esas comunidades.

jueves, 11 de octubre de 2012

¿La escuela es una fabrica?

La aportación marxista a la educación comprende, por un lado, la conformación de una nueva teoría de la educación y, por otro, la crítica a la escuela entendida como instrumento que mantiene y sustenta las diferencias sociales. La educación se analiza dentro del contexto más amplio de la sociedad y de la política. Por tanto, las críticas principales no están referidas a cuestiones metodológicas, sino al papel que cumple la escuela más allá del aula, es decir, al contexto de las relaciones sociales. 

La escuela contribuye a la reproducción de la división de la sociedad en clases. El sistema educativo está condicionado por las relaciones sociales que se reproducen inevitablemente a partir de la explotación capitalista; por lo tanto no se pueden acabar, ni siquiera atenuar, las diferencias de clases, a partir de los cambios en la educación. El funcionamiento de la escuela está determinado por las necesidades de la reproducción del capital, lo que a veces establece desajustes entre las ofertas educativas y las demandas del mercado de trabajo. La escuela no sólo ni principalmente reproduce ideología capitalista porque está sujeta a las imposiciones directas de la burguesía y su Estado, sino que lo hace esencialmente porque es una escuela inmersa, determinada, por las relaciones de producción que le dan vida.