Todos llevamos dentro de nosotros, la capacidad de enseñar. Hay quienes te enseñan a reír, a jugar, a querer a los demás, a escuchar, a sentir e incluso los que te enseñan que ningún dolor es lo suficientemente malo como para llorar por él, que no todas las lágrimas son malas y que no todos los gritos son por reproche o por enojo.
Hay quien dice que los cuentos de hadas no existen; yo digo que se construyen día a día; yo digo que vivimos cegados por tinieblas, que de repente llegamos a un bosque encantador y peligroso. En este bosque podemos encontrar ogros, que pese a lo que parecen, nos ayudan a transitar por los caminos más rocosos y escarpados; yo digo que hay sirenas y delfines que te hacen reír y que te limpian las lágrimas cuando se te ha agotado el aliento. Estan las hadas que te dan su corazón y te abrazan con palabras de aliento; príncipes y princesas que nos enseñan el valor de la valentía y el honor; gigantes que te someten a su voluntad sin la cual no podríamos hacer nada ordenadamente; yo digo que hay amigos inseparables que te acompañaran y te enseñaran humildad. Yo digo que hay maestros que no se olvidan y que cada uno tiene un valor especial, sólo hay que saber cuál es el adecuado.
Coincido Mónica, "sólo hay que saber cuál es el adecuado", ésto deberíamos preguntarnos cada momento.
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